Una palabra es el eco de la mente
Pronunciarla es causar un pequeño temblor, un estruendo.
Como si algo de las entrañas por fin pudiera ser libre.
Lo que se escribe es un conjuro, una forma de notificarle al universo
que existen cosas sagradas que queremos recordar.
[Pero]
la memoria a veces titila, por eso hacemos pósters:
en contra del olvido, a favor de las palabras.